martes, 15 de septiembre de 2015

En tu mano están mis tiempos.



"En tu mano están mis tiempos." Salmo 31: 15

David estaba triste: su vida se había consumido en la aflicción, y sus años en el gemir. Su angustia había agotado sus fuerzas, y aun sus huesos se habían consumido en su interior. Crueles enemigos lo perseguían con maliciosa astucia, hasta el punto de buscar su vida. En tales momentos él utilizaba el mejor recurso que hay para el dolor: pues afirma en el versículo 14: "Mas yo en ti confío, oh Jehová." No tenía otro refugio sino el que había encontrado en su fe en el Señor su Dios.

Si los enemigos lo denigraban, él no devolvía injuria por injuria; si tramaban quitarle su vida, no enfrentaba a la violencia con violencia; sino que, sosegadamente, confiaba en el Señor. Sus enemigos corrían de un lado al otro, usando todo tipo de redes y trampas para convertir al hombre de Dios en su víctima; pero él enfrentó todas sus maquinaciones con la sola defensa simple de la confianza en Dios.

Canta: "En tu mano están mis tiempos." Esto es para él un hecho sumamente alentador: no tenía temor de sus circunstancias, pues todas las cosas están en la mano divina. No estaba acorralado por la mano del enemigo, pues su pie estaba en una habitación espaciosa, pues se encontraba en un espacio lo suficientemente grande para el océano, viendo que el Señor lo había colocado en el hueco de Su mano. Estar enteramente a la disposición de Dios es vida y libertad para nosotros.

"En tu mano están nuestros tiempos,
Cualesquiera que ellos sean,
Agradables o dolorosos, oscuros o brillantes,
Como mejor te parezca que sean."

Extracto del sermón >En tu mano estan mis tiempos^                  

por Charles Haddon Spurgeon

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